Sin duda el desarrollo de la ciencia y la tecnología ha transformado en gran medida las condiciones de vida en nuestro planeta. La transformación podemos identificarla de dos maneras, la primera desde una perspectiva material, a través del desarrollo de artefactos tecnológicos. La segunda, desde una visión conceptual, en específico los que hacen referencia a los modelos de conocimiento. En este sentido, la epistemología y la filosofía se ocupan muy de cerca de los métodos, de la naturaleza, las fuentes y los límites del conocimiento. Desde luego que no hay unanimidad en la epistemología, podemos identificar diversas tradiciones históricamente dominantes como la normativa, la naturalista y de acuerdo con cuestionamientos recientes, también tenemos aquellas que se centran en el sujeto cognoscente y en el pluralismo cognoscitivo.
La epistemología y la filosofía, desde una perspectiva feminista, abonan a la crítica de cómo ha sido construida y formulada a partir de nociones como la objetividad, la verdad, la neutralidad, los valores explícitos e implícitos. Así pues, a lo largo de esta propuesta de proyecto de investigación se escudriñará la importancia de discutir a la filosofía desde una postura feminista e incorporarla como una necesidad eminente que fortalecerá, desde una visión crítica, las perspectivas en torno a la filosofía de la ciencia y la tecnología.
Bajo esta perspectiva, consideramos que los sujetos estructuran el mundo o realidad a partir de alguno de los diversos marcos conceptuales. Los marcos conceptuales, entendidos como construcciones sociales que se construyen, sostienen y transforman como resultado de las prácticas sociales de los sujetos. Estos marcos son condiciones de posibilidad para comprender conceptos, creencias, lenguaje, conocimientos, normar y valores que los seres humanos necesitamos y usamos en relación cognoscitiva y ontológica con el mundo (Olivé, 1999: 135-142).
Las problemáticas relacionadas con la pluralidad de identidades lejos de agotarse en el tema de la necesidad de respeto y reconocimiento de las diferencias, apuntan sobre todo a la sistematización y normalización de prácticas opresivas y de dominación entre quienes cuentan con ciertos privilegios que otros no tienen.
En suma, este proyecto incorporará diversas herramientas metodológicas para cumplir con el objetivo general el cual pretende analizar desde la teoría del conocimiento y la filosofía de la ciencia bajo una perspectiva feminista que cuestiona la naturaleza misma del conocimiento científico y el poder que éste crea para incorporar nuevas perspectivas hacia una filosofía de la ciencia que desdibuje las injusticias epistémicas que radican desde su conformación en la teoría del conocimiento. Hacia el final de este proyecto se pretende incorporar el contexto actual que nos mantiene en casa. Por ello se analizará, a la academia desde casa, cómo los cuidados, la ciencia y el género han traído desventajas en la producción de conocimiento durante la contingencia por COVID-19.
Esta propuesta es novedosa dado que el problema que pretendemos analizar y cuestionar es la supuesta neutralidad y objetividad de las categorías científicas. Esta crítica permite visibilizar cómo las concepciones y prácticas dominantes de atribución, adquisición y justificación del conocimiento –desde la selección de los problemas, los conceptos útiles y las hipótesis, hasta el diseño de la investigación, la recolección e interpretación de los datos o los estándares de evidencia– perjudican sistemáticamente a las mujeres y a otros grupos subordinados y generan un círculo vicioso que reproduce las desigualdades.
La epistemología y la filosofía feminista, como herramienta metodológica, abonan a la crítica de cómo ha sido construida y formulada la ciencia a partir de conceptos como la objetividad, la verdad, la neutralidad, los valores explícitos e implícitos y el poder que todo ello representa. L. Pacheco (2010: 25) propone varias demarcaciones para entender los fundamentos masculinos del pensamiento científico. La primera, la encontramos en la jerarquía binaria que vemos reflejada en el dualismo valorativo, como la razón vs emoción, lo abstracto contra lo concreto, cultura/naturaleza, masculino-femenino, racional-irracional, mente-cuerpo, público- privado, universal-particular, etc. Cada uno de estos binomios anula a su opuesto y da paso a una objetividad que está sustentada por el observador –varón- “neutral”, que activa a su vez un proceso circular de método/ciencia/neutralidad/valores. Circuito activado por lo masculino, asociado a lo central y superior y lo femenino a lo marginal e inferior.
En esta vertiente de pensamiento, confluyen varias corrientes que debaten entre sí posiciones que una vez más, son difíciles de concertar. Sin embargo, presentan un eje de articulación: la crítica al paradigma patriarcal de dominación de la naturaleza y a la instrumentación política de los hombres sobre la ciencia, la tecnología, la agricultura y la reproducción biológica de las mujeres. Entre éstas encontramos diversos estudios y un feminismo expresado en una praxis de denuncia. El denominador común que une a esta corriente se le denomina como: esencialismo o biologismo. Esta corriente también queda subsumida en una biopolítica del cuerpo y abre toda una corriente de análisis sobre la tecnología y tratamiento del cuerpo en la práctica biomédica, las políticas y derechos reproductivos, la asignación/reasignación de sexo, la medicalización del parto, etc., y que es motivo de debate legislativo tanto en los países del norte como los del sur.
En este sentido, también partimos de la base de que los sujetos estructuran el mundo o realidad a partir de alguno de los diversos marcos conceptuales. Los marcos conceptuales son construcciones sociales que se construyen, sostienen y transforman como resultado de las prácticas sociales de los sujetos. Estos marcos son condiciones de posibilidad para tener conceptos, creencias, lenguaje, conocimientos, normas y valores que los seres humanos necesitamos y usamos en nuestra relación cognoscitiva y ontológica con el mundo (Olivé, 1999: 135-142).
Los marcos conceptuales los construyen y transforman los sujetos en sus prácticas sociales, de tal modo que las nuevas generaciones nacen encontrándose con un mundo donde viven sujetos que les preceden, con sus conceptos, prácticas sociales, creencias, lenguaje, conocimientos y valores que ya forman parte del desarrollo histórico esos sujetos. Desde esta postura que llamaremos pluralismo onto-epistemológico, este proyecto tendrá como primera contribución mostrar que a lo largo de generaciones hemos ido construyendo una realidad donde el privilegio de la blanquitud, de la masculinidad y de la heterosexualidad, por mencionar algunos, son centrales. A estos privilegios se les ha considerado como si fueran hechos objetivos y no construcciones sociales constituidas, fortalecidas y normalizadas a través de las prácticas sociales.
Una segunda contribución será mostrar que el privilegio y opresión no son entidades, sino que se mantienen en las prácticas sociales, especialmente en el hecho de que los sujetos sociales no cuestionen sus acciones sistemáticas de privilegio y opresión que favorecen su aceptación. Una tercera contribución consiste en subrayar el carácter social de las prácticas de dominación, privilegio y opresión, de suerte que de una manera u otra todos los sujetos contribuimos a mantener este tipo de prácticas y es necesario transformarlas.